He de reconocer que en principio hacer el crucero por el Nilo no me hacía mucha ilusión, pero después de vivirlo he de admitir que fue mucho más agradable de lo que me podía imaginar y todo un regalo para todos los sentidos.
Llegamos a Asuán en tren desde Lúxor un día antes de iniciar el crucero por el Nilo para pasar una noche en el hotel Basma Aswan (aquí), fue el más lujoso del viaje con mucha diferencia y las vistas que teníamos del Nilo desde la habitación eran de postal.

La vista desde la habitación del Hotel Basma Aswan, Egipto.
La idea era tener una día y medio extra en Asuán antes de embarcar en el crucero. El primero para hacer lo que más ilusión me hacía, que era hacer una excursión para disfrutar en soledad los Templos de Abú Simbel (ver aquí) sin la masificación mañanera de los cruceristas, y desde luego lo conseguí, la visita fue mágica.
La mañana siguiente la dedicamos a visitar el Obelisco Inacabado (ver aquí), y uno de los museos más importantes de Egipto y muy poco visitado, el Museo Nubio de Asuán (ver aquí). A mediodía nos vendrían a recoger al hotel para llevarnos a la motonave e iniciar la experiencia del crucero con el almuerzo.

Tras el desayuno en el Hotel Basma Aswan, Egipto.
Al mediodía, tal y como habíamos quedado, pasaron a buscarnos por el hotel, recogimos las maletas y un taxi nos llevó hasta el embarcadero.
Una vez en el puerto, bajamos las escaleras de piedra hasta llegar a la orilla del Nilo, y a través de la pasarela que se ve en la fotografía entramos en la recepción del crucero Palace, tras a travesarla continuamos entre los barcos hasta llegar a la recepción en nuestro crucero: el Nile Ruby.

Jose en el embarcadero de Asuán, Egipto
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Día 1 de crucero: Asuán, visita al templo de Philae
Una vez en la recepción nos pidieron nuestros pasaportes para hacer el check-in. En la motonave se estaba bien, el aire acondicionado estaba algo fuerte, que contrastaba con el que hacía fuera.
Dos empleados de la tripulación recogieron la llave de nuestra habitación, la 308, y nuestro equipaje. Después les seguimos por la enmoquetada escalera de madera hasta la primera planta, y a mitad de pasillo abrieron la puerta del camarote y los dos sonrientes botones dejaron nuestras las maletas y preguntaron si nos gustaba el camarote después de mostrarnos el cuarto de baño, encender todas las luces y apartar las cortinas del ventanal. Por su puesto les dijimos que sí.
Cerraron las puetas al salir y sacamos el agua que compramos en una tienda y la pusimos a refrescar en la neverita, para tenerla fresquita en la excursión de la tarde.

Mi camarote en el Nile Ruby. Asuán, Egipto.
Tras una refrescante ducha y hacer un poco de tiempo hasta la hora de comer, nos dimos una pequeña excursión por la motonave de Nile Ruby, por la segunda planta donde hay más habitaciones, la sala de fiestas y por unas escaleras metálicas hasta la cubierta donde está la piscina con sus hamacas, y el bar con sus mesas y sillas a la sombra donde poder sentarse y disfrutar. Casi sin darnos cuenta se hicieron las dos de la tarde, la hora en que se servía el almuerzo en la planta inferior donde se encuentra el comedor.
Nos llevamos detrás la mochila con lo que nos íbamos a llevar para la visita al templo de Philae, las cámaras, agua, crema solar, etc., porque teníamos escasa media hora para comer.
A nuestra llegada al comedor el Jefe de sala nos asignó la mesa, en la que haríamos la comidas durante todo el crucero. Comimos practícame solos, posiblemente porque la mayoría aún no habían llegado.

El comedor del Nile Ruby.
Recuerdo que había mucho donde elegir y tomé una sopa, unas pocas patatas con calamares rebozados y un poquito de carne con salsa. Jose comió un poco de ensalada, algo que hizo durante todo el crucero, a pesar de que lo desaconsejan. Creo que se puso un poco de todo y, como de costumbre, le hizo hueco a los postres.
A las dos y media ya estábamos en la recepción, tal y como quedamos con el guía. Salimos atravesando de nuevo el otro crucero, y fuera ya estaba el coche esperando para llevarnos al embarcadero hacia el templo de Philae. Mi visita a este impresionante templo te la cuento con más detalle en el siguiente artículo (aquí próximamente).

Junto al simpático barquero nubio en el paseo en faluca al atardecer en Asuán. Egipto
Tras regresar del templo de Philae, a última hora de la tarde, hicimos el tradicional paseo en faluca para disfrutar de la puesta de Sol desde el Nilo.
La faluca es una pequeña barca tradicional que se mueve a vela o bien a remo. Es recomendable hacer el paseo aquí en Asuán donde el paisaje es precioso, también se oferta en Lúxor pero el río no es allí tan atractivo.
Se suponía que navegaríamos por el Nilo hasta alguna de las islas que hay muy cerca de Asuán y veríamos la puesta de sol. Pero sinceramente nuestra experiencia no fue muy agradable, no había viento y era demasiado tarde, estuvimos menos de una hora, ya que una vez oscurece es absurdo estar en la faluca.

El crucero Nile Ruby en Asuán. Egipto
Lo que sucedió es que prácticamente no nos movimos del sitio y la puesta de sol no la disfrutamos ya que el Sol se ocultaba entre obstáculos y edificios. Yo ya me lo imaginaba.
Para rematar después de la puesta, el barquero apartó unas telas que habían en el centro de la barca y apareció de imprevisto bajo ellas un muestrario de artesanía nubia. Por mucho que digan que no estoy obligada a comprar, en este tipo de encerronas me siento mal y un poco presionada, y alguna cosita le compramos. A Jose le cabreó bastante.
Por lo único que valió la pena es por las bonitas fotos que pude hacer al crucero Nile Ruby y algunas falucas desde el río mientras atardecía, y poco más.
Regresamos al barco para cenar y después nos detuvimos un rato en la tienda del crucero, donde coincidimos con un matrimonio egipcio que también estaba embarcado. Ellos vivían en Quebec (Canadá) y estaban en Egipto celebrando los 35 años de casados. Hicimos muchas risas con ellos aquella noche en la tienda (la cerramos) y durante el resto del crucero.

José y Ash probándose las jalabiyas en la tienda del crucero, Egipto.
José y Ash terminaron muy rápido ¡Lo tuvieron facilísimo ya que solo tenían tres modelos donde elegir! Los dos se compraron el mismo modelo pero con diferente color.
Gigi y yo nos probamos varias chilabas, o mejor jalabiyas como las llaman ellos. Creo que me probé todas las que habían en la tienda y de todos los colores. Gigi también se probó unas cuantas y nuestros maridos viendo el panorama se sentaron a charlar mientras nos decidíamos por cual de todas las que nos habíamos probado nos íbamos a quedar.
Aquella noche nos fuimos a dormir tarde y felices después de tantas risas, y con unas bonitas jalabiyas a buen precio.

Todas las mañanas en el Nile Ruby desayunaba tortilla con queso y tomate, recién hecha.
Día 2 de crucero: templos de Kalabsha y Kom Ombo
Desayunamos prácticamente en soledad, la gran mayoría del pasaje salió de madrugada a la excursión hacia los templos de Abú Simbel, que nosotros ya habíamos visitado dos días antes casi en exclusiva.
Aquella mañana nosotros teníamos previsto también hacer algo fuera del circuito tradicional, hacer una excursión a otro de los templos más bonitos de Nubia y muy poco visitado. Lo disfruté muchísimo, te cuento aquí mi visita al templo de Kalabsha (Ver aquí).

La isla de Kalabsha y sus templos, Egipto.
Tras la visita al templo de Kalabsha nuestro guía nos llevó a una perfumería donde nos explicaron las propiedades de una gran variedad de perfumes mientras tomábamos un te. No estábamos obligados a comprar nada, aunque Jose se compró un perfume de papiro. De manera disimulada al guía le dieron dinero antes de que saliera delante de nosotros. Este tipo de comisiones a mi resulta chocante, pero es algo que forma parte de su cultura y su manera de ganarse la vida.
Volvimos prácticamente a la hora del almuerzo y a continuación el crucero zarpó de Asuán en dirección hacia Kom Ombo.

Dos de los vendedores ambulantes en el Nilo, Egipto.
Al poco de zarpar el barco subí a la cubierta para disfrutar de la vista de 360 grados y poco después escuché unas voces. Resultó ser un clásico en todos los cruceros… nubios en una barca enganchada con una cuerda al barco mostrándonos toallas y chilabas. ¡No me lo podía creer!
Aunque me lo habían contado, no me lo terminaba de creer. De repente voló sobre mi cabeza una bolsa, al abrirla vi que había un pareo dentro y poco después se había iniciado una negoción sobre el precio; al final un matrimonio de ingleses se lo compró. Imagino que por eso lo hacen, pero sinceramente me parece muy temerario. Durante todo el trayecto fueron yendo y viniendo vendedores ambulantes en barca que se iban enganchando a una u otra motonave.

En la cubierta del crucero por el Nile Ruby navegando por el Nilo. Egipto
El almuerzo fue muy agradable y tuvimos una alegre conversación con nuestros compañeros de mesa que ya habían regresado de Abú Simbel, una pareja de franceses y otra de españoles. Después nos fuimos un rato a descansar a nuestro camarote, hasta un poco antes de la hora del te, cuando subimos a la cubierta para tomarnos el te con sus pastas.
Justo después de la puesta de Sol el barco llegó a Kom Ombo, un templo de origen heleno a la orilla del Nilo que fue construido por la familia de Cleopatra y dedicado al dios cocodrilo Sobek. Tras desembarcar y ya casi de noche llegamos más de «doscientos y la madre». A esto había que sumar los «tropecientos» que ya estaban allí…
¡Aquello parecía Babel! Todos juntitos en pequeños grupitos casi al unísono íbamos recorriendo el templo de Kom Ombo, atendiendo las explicaciones de nuestros respectivos guías.

Llegando para visitar el templo de Kom Ombo, Egipto.
Mi visita al templo de Kom Ombo y su museo de los cocodrilos te la voy a contar en otro artículo (aquí próximamente).
Al poco de embarcar zarpó la motonave en plena noche en dirección a Edfú y se hizo la hora de arreglarse para ir a cenar.
El bufet de la cena fue espectacular y Jose se puso las botas con los postres, en nuestra mesa estaban todos de acuerdo en que los postres, si el día anterior eran buenísimos, este día eran sublimes. Durante la cena se inicio la navegación a Edfú, donde pasamos la noche.
A las diez de la noche Jose y yo hicimos acto de presencia en la sala de fiestas vestidos con nuestras jalabiyas, preparados para la fiesta egipcia, y nuestros nuevos amigos egipcios ya estaban allí.

La fiesta egipcia en el crucero en el Nile Ruby, Egipto.
Casi todos los presentes en la fiesta eran egipcios y los únicos españoles éramos José y yo. Como se podía pedir música conseguí que todos se pusieran a bailar los «pajaritos» y como nunca lo habían escuchado y no tenían ni idea de como se bailaba, entre risas nos imitaban el Baile de los Pajaritos de María Jesús y su acordeón ¡Les encantó!
También bailamos el pasodoble valenciano Paquito el Chocolatero, imprescindible en cualquier fiesta. Lo pasamos genial y nos reímos muchísimo que es de lo que se trataba. Nuestros amigos egipcios también demostraron su destreza realizando una danza tradicional egipcia.
Finalmente actuaron unos profesionales, un bailarín egipcio y para terminar una bailarina hizo la danza del vientre, al son de los músicos. Al poco nos fuimos a dormir.

El bailarín de la fiesta egipcia en el crucero Nile Ruby, Egipto.
Una de las cosas incomprensibles de los cruceros es que el mismo día del supermadrugón (a las tres de la mañana) para ir Abú Simbel se haga la fiesta egipcia a las diez de la noche… También hacen más de lo mismo si el circuito se realiza desde Lúxor a Asuán, el día que se hace el globo aerostático que te recogen también de madrugada, por la noche se hace la fiesta egipcia.
Como era de esperan asistieron a la fiesta menos de la mitad del pasaje, los que no fueron parecían medio zombis.

Todos los días al entrar en nuestro camarote, teníamos alguna bonita figura que nos sacaba una amplia sonrisa.
Día 3 de crucero: templo de Edfú, esclusas de Esna y Lúxor
Como no teníamos visita esa mañana, no madrugamos, nos levantamos tarde y descasamos, que la verdad falta nos hacía. Como era de esperar, cuando llegamos al comedor para desayunar tuvimos el comedor para nosotros solos.
Todo el pasaje salió con la primera luz del Sol para la visitar el templo de Edfú dedicado al dios Horus, menos nosotros claro. Desde el puerto de Edfú las calesas recogen a los turistas y los llevan hasta el templo.

Mi tortilla con queso y tomate para desayunar en la motonave Nile Ruby.
El motivo por el que no fuimos fue porque según nuestro guía, sí o sí, se tiene que ir hasta el templo en calesa, y el problema es que van a toda velocidad para poder hacer más viajes a través de un camino lleno de baches, y no es seguro. Como corría el riesgo de que me pudiera lastimar aun más mi rodilla, nos propuso que no fuéramos y que lo cambiáramos por la excursión al Valle de los Artesanos en Luxor (Deir el-Medina).
Así que no me quedó otra que dejar la visita al templo de Edfú para un segundo viaje a Egipto. La mañana la pasamos tranquilos en el camarote y haciendo la maleta para dejarla medio hecha.
En el almuerzo estábamos de nuevo todos los pasajeros. En la mesa que nos asignaron, por segunda vez volvimos a estar los seis juntos, la pareja de franceses y la de los otros españoles. Estuvimos hablando de cómo les fue la visita y un poco de todo. La conversación fue muy agradable.

Las esclusas de Esna abriéndose para continuar la navegación hacia Lúxor, Egipto
Durante la comida el Nile Ruby puso rumbo a Lúxor. Después de comer prácticamente todo el pasaje estábamos en cubierta contemplando el paisaje y esperando llegar a Esna para ver e inmortalizar el paso de la motonave por las esclusas.

Tras pasar las esclusas de Esna en dirección a Lúxor, Egipto.
Sin duda estar en la cubierta mientras el crucero navega por el río es una maravilla, viendo como los niños juegan y se bañan en el Nilo, los pescadores practican sus artes o los labradores trabajan sus huertas. Viendo transcurrir el verdor a lo largo de ambas orillas, y detrás contrastándolo todo el árido desierto. En definitiva contemplando la vida de los egipcios desde la cubierta, mientras la suave brisa jugaba con mi pelo, es de las experiencias más enriquecedoras y relajantes que he vivido.
Es complicado explicar el sentimiento de paz y quietud que sentía desde la cubierta, mientras lentamente la motonave va surcado el Nilo, con la sensación de que todas nuestras prisas en la vida se han detenido.

Pescadores pescando en el Nilo, Egipto
Llegamos bastante tarde a Lúxor porque el paso de las esclusas de Esna fue con retraso. Después de que el crucero atracara a las afueras de Lúxor, el guía nos estaba esperando en el embarcadero con un taxi para ir a visitar el templo de Lúxor.
También teníamos previsto visitar el templo de Karnak, pero como llegamos tarde y las entradas sólo se vendían hasta las cuatro de la tarde, una hora antes de la puesta de sol, lo dejamos para el día siguiente. Aquella tarde sólo pudimos visitar el templo de Lúxor, pero eso te lo cuento con más detalle en otro artículo (aquí próximamente).
Como el Nile Ruby no atracó en la misma ciudad Luxor sino en una localidad llamada el Burdari, a unos 20 minutos en coche de Luxor, lejos de la ciudad, no salimos a pasear después de cenar por Lúxor.

En el templo de Luxor, Egipto.
Tras regresar del templo de Lúxor llegamos a la motonave casi con el tiempo justo para darse una ducha e ir a cenar. La cena también estuvo muy buena y en los postres Jose se volvió a poner las botas, yo me las puse con la sopa.
Como imaginamos que quizá la mañana siguiente ya no volveríamos a coincidir, nos despedimos de las personas que más congeniamos y con las que compartimos mesa.
Tras la cena hubo otra pequeña fiesta y nos volvimos a poner las jalabiyas. Les pedí a nuestros amigos egipcios que también se las pusieran y volvimos a bailar de nuevo «el baile de los pajaritos» de Mª Jesús y su acordeón y también la marcha mora de «Paquito el Chocolatero» de Gustavo Pascual Falcó que creó para las fiestas de Moros y Cristianos de Cocentaina, nuestros amigos egipcios pidieron dos palos de escoba al camarero. José y yo nos quedamos mirando sin saber si tendríamos que correr o qué iba a pasar…

Nuestros amigos danzando en el baile de los palos o el tahtiyb, en el crucero por el Nilo. Egipto
Pero nada más lejos de la realidad, resulta que los pidieron para bailar una especie de arte marcial egipcio que se llama tahtiyb o «baile de los palos». El tahtiyb es una danza tradicional egipcia muy antigua, anterior a los faraones, que simula el combate entre dos hombres, es una mezcla de esgrima y danza en la que no se agreden. Es muy habitual que se baile en fiestas, en celebraciones matrimoniales, en el Ramadán, etcétera.
Cuando empezó a sonar la alegre música al son de el riqq o pandereta, el darbuka o tambor, el laúd, la flauta o dulzaina entre otros instrumentos, se pusieron a danzar con los palos. Los levantaban y los iban chocando suavemente mientras danzaban y les daban vueltas sobre sus cuerpos, también golpeado el suelo y haciendo que el adversario saltara como si fuera una cuerda.

Nuestros amigos egipcios en el crucero por el Nilo, tras bailar la danza tradicional egipcia del tahtiyb, que simula un combate.
Se les veía disfrutar mucho en el combate-baile y al terminar la danza se abrazaron. Su alegría logro que nos contagiáramos todos.
José y yo lo vimos antes del viaje, en un reportaje en el que se hablaba de que servía de entrenamiento a los soldados, pero se nos había olvido. La verdad es que fuimos con muchísima información sobre el país y la cultura del antiguo Egipto, pero no caímos hasta llegar a casa. Tuvimos la gran suerte de estar allí y de vivirlo en primera persona, de cierta manera fue un intercambio cultural. Nuevamente fue otra de las noches que nos hizo felices.
Finalmente nos despedimos todos, puesto que era probable que no nos viésemos en el desayuno cuando volviéramos del paseo en el globo, como así ocurrió.
Día 4 de crucero: Lúxor en nuestras «bodas de cristal»

Bonito amanecer en el globo sobre el Valle de los Reyes, Lúxor. Egipto
Sin duda este día fue uno de los más intensos, a las tres de la madrugada nos pasaron a buscar en un minibús para ver un bonito amanecer sobre el Valle de los Reyes desde el globo aerostático. La experiencia la recomiendo y te la cuento con más detalle en otro artículo (aquí ).
Tardamos bastante en regresar al crucero, ya que fuimos de los últimos que la empresa de los globos dejó, y nuevamente desayunamos casi solos.
En mi último desayuno en la motonave, tal y como había hecho todas las mañanas, volví a pedir una sabrosa tortillita con queso y tomate recién hecha, un poco de fiambre, zumo y el café doble de sobre con Nescafé. José y yo cerramos el comedor.

Como cada mañana en el crucero desayunaba una tortilla con queso y tomate recién hecha en la motonave Nile Ruby.
Después subimos a recoger nuestras cosas del camarote, dejamos la llave en recepción, pagamos las aguas de las comidas y ya salimos con nuestras maletas.
Tal y como habíamos quedado con el guía vía WhatsApp a la hora acordada nos estaba esperando un conductor. Dejamos el equipaje en el maletero del coche y pusimos rumbo al centro de Lúxor, de camino recogimos al guía.
La primera excursión del día fue al Valle de los Reyes. Las tres tumbas que elegimos visitar, las incluidas en la entrada, fueron las de Meremptah (KV 8), Ramsés III (KV 11) y Tausert y Sethnajt (KV 14). Como especial, pagando un suplemento, visitamos la de Ramsés V (KV 9).

En el templo funerario de Hatshepsut (Djeser-Djeseru). Lúxor. Egipto.
Al mediodía visitamos el complejo de Deir el Bahari, donde está templo de Hatsepsut, la reina faraón, que está consagrado al dios Amón-Ra. A continuacion fuimos hasta el Valle de los Artesanos (Deir el-Medina), el Valle de los Nobles y también al Templo de Ramsés III (Medinet Habu).
A los los Colosos de Memnón no fuimos, los vimos desde el aire. No había tiempo para para verlo todo, así que decidimos sacrificarlos y verlos en otra ocasión. Como broche de oro y para terminar el largo e intenso día fuimos hasta el gran templo de Karnak, que fue una ciudad fortificada y el lugar más venerado de Tebas. Todas estas visitas te las cuento en en otros tantos artículos (aquí próximamente).

En la cubierta tras ver la puesta de sol y antes de la visita al templo de Kom Ombo, Egipto.
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Espero que hayas pasado un agradable ratito de lectura y que te resulte útil o te haya aclarado dudas sobre cómo es hacer un crucero por el Nilo en Egipto.
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Mis sugerencias después de realizar el crucero

En el paseo en faluca al atardecer en Asuán. Egipto
Si no hay viento durante el paseo en faluca no se moverá mucho del sitio. Por lo que en el supuesto caso de que quisiera dar una vuelta por las islas de Asuán lo haría en una barca a motor.
Es recomendable invertir un poco en la contratación del crucero, sobre todo por la variedad del bufet, la comida es de mayor calidad y mas variada.
La pequeña nevera del camarote nos vino genial para guardar el agua fresquita y llevárnosla detrás en las excursiones.
Llevar siempre pañuelos o papel higiénico, porque en algunos lugares no lo encontrarás en el baño.

Surcando el Nilo de forma tradicional en una Dahabeya.
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NOTAS VIAJERAS
Después de la reforma del 2011 provocada por la «revolución» o «Primavera Árabe» y tras las protestas se paró todo el turismo un poco, muchas motonaves dejaron de funcionar y en general empeoró bastante más la vida de los egipcios, aunque reúsan hablar del tema. Luego vino la pandemia…, pero afortunadamente se van incorporando más con la llegada de muchos turistas a partir de 2022.
Destacaría la amabilidad de la tripulación, los servicios de camareros y la limpieza en general es también de diez.
Al ser un crucero por un rio, el Nilo, la sensación al caminar en cubierta y en el crucero en general es la misma que la de andar en tierra firme, apenas se nota la navegación, por lo que no hay sensación de mareo ni nada parecido. Fue mucho más agradable de lo que esperaba y desde luego recomiendo la experiencia.