Después de visitar Joya de Cerén regresamos en el autobús interurbano hasta San Salvador, tomamos un taxi al hotel para recoger todo el equipaje y finalmente otro taxi para ir a la estación de autobuses internacionales de King Quality para continuar nuestro camino hacia Guatemala, despidiéndonos de un país que aunque inseguro, nos sorprendió por la gran simpatía y amabilidad de sus gentes.
Como nuestro autobús no salía hasta el mediodía provechamos para almorzar en uno de los bares cerca de la estación.
Pollo empanado con arroz y habichuelas, y por supuesto pedimos jugo (zumo natural) en vez de un refresco, ¿Qué hay mas refrescante que un zumo natural de frutas? Cuando se hizo la hora subimos a la segunda planta del autobús internacional y nos sentamos en la primera fila donde la panorámica era espectacular.
Al llegar a la frontera, tanto al entrar como al salir te cruzas con un aluvión de cambistas de quetzales.
Nosotros teníamos que coger un taxi al llegar a la estación de Guatemala para que nos llevara al Hotel Spring.
Mientras estábamos en la cola de la aduana le preguntamos al azafato del autobús qué nos podía costar el taxi, para cambiar algunos dólares por quetzales antes de subir al autobús, ya que nos habían dicho que si pagábamos en dólares nos cobrarían el doble.
Una señora guatemalteca que venía en el mismo autobús, y que también estaba en la cola, escuchó la conversación y se ofreció a llevarnos con su coche hasta nuestro hotel cuando la recogiera su marido con su hija. Nos dijo que no nos apuráramos, que ellos nos llevarían.
Llegamos también de noche a Ciudad de Guatemala: otra insegura gran ciudad y, tal como nos había dicho la señora, su marido e hija la estaban esperando. Les explicó la situación y nos llevaron con su coche de muy buen grado hasta nuestro hotel. El trayecto fue de más de media hora. ¡Le estaremos eternamente agradecidos de que nos llevaran hasta la misma puerta del hotel!
Ciudad de Guatemala es otra de las capitales centroamericanas, con mucha seguridad en todos los negocios, hay guardias armados con fusiles hasta en las panaderías, pero de nuevo volvía a contrastar la inseguridad con la mayoría de sus habitantes, que sin conocernos de nada nos acogieron.
Para acceder al hotel había que traspasar dos puertas enrejadas y cerradas bajo llave, que se abrían y cerraban cada vez que un cliente entraba o salía.
Elegimos este hotel porque lo recomendaba la guía de Guatemala del Lonely Planet, aunque estuviese en la Zona 1 de Ciudad de Guatemala, muy poco recomendada.
Después de dejar las mochilas en la habitación me dispuse a darme una ducha. Encendí la luz del baño y al abrir la puerta del armario empezaron a surgir artrópodos (cucarachitas) tanto del baño como de dentro del armario. Al mismo tiempo que se caía un cuadro de la pared que Jose había rozado con la mochila ¡con clavo incluido! Bueno, bueno, bueno…. Aquel parecía el hotel de los horrores.
Recogimos todas nuestras cosas, afortunadamente aún no habíamos escampado demasiado, y salimos a toda velocidad hacia la recepción. Reclamamos y nos cambiaron a una habitación sin bichos. Nos ofrecieron otra más cara, pero igual de cutre…. Habían dos vasos encima de una mesa, cogí uno para poner agua y cual fue mi sorpresa al descubrir que… ¡en el fondo había un poso de ceniza de tabaco! ¡Que horror!
En fin, nos tuvimos que quedar pues no podíamos ir buscando hotel a esas horas y menos en esa zona. Me alegré de haber sido previsora con la posibilidad de poder dormir a la fuerza en algún antro…. y haberme comprado en la Librería Patagonia un saco-sábana fino de algodón, por si surgía algo así… ¡esa era la ocasión ideal para estrenarlo! Me acosté envuelta en él para no tener contacto con las sábanas ni la almohada.
Tampoco se puede decir que durmiéramos bien esa noche, a pesar del cansancio. La habitación tenía un pequeño balcón que daba a la calle, y por donde se oía la música de una discoteca que había cerca, y después, el tráfico matutino se dejó oír pasadas las 4 de la madrugada…
Entenderás que no recomendemos el Hotel Spring, por mucho que aparezca en la guía del Lonely Planet. Esperemos que ahora esté mejor, ¡un cero patatero a los de la guía por no actualizar!
A la mañana siguiente el recepcionista del hotel llamó a un «taxista de confianza» para que nos llevara hasta la estación de autobuses para salir hacia la ciudad de Antigua. De camino, paramos en un burguer donde compramos el desayuno, y después el taxista nos llevó hasta una zona donde habían cambiadores de moneda, allí cambiamos también algunos dólares por quetzales.
En Antigua teníamos reservado un tour de tres días a Copán, Quiriguá, Río Dulce y Livingston con la agencia de viajes de una escuela de español llamada La Unión, nuestro nuevo destino, pero eso te lo cuento en el siguiente artículo.
NOTAS VIAJERAS
- Después de esta experiencia consulto referencias de hoteles en varios sitios, a excepción de en TripAdvisor, donde me he llevado más de un chasco.
- El precio no es una garantía de que el hotel pueda ser mejor, ya que éste no era barato.
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