De Guatemala a Nicaragua

Nos levantamos muy temprano, todavía era de noche y la lluvia era intensa, en recepción pedimos un taxi. Después de cargar las maletas el taxista nos dijo que con lo que le habían pagado no cubría la carrera a la estación de autobuses y que tendríamos que pagar la diferencia. Guatemala ha sido para nosotros un país de grandes emociones, y el último día no iba a ser diferente… En la agencia de viajes de Panajachel, además de pagar el transporte desde Antigua a Ciudad de Guatemala y la noche en el Hotel Santorini, también teníamos incluido el taxi hasta la estación de autobuses de King Quality.

Jose le pidió al taxista que hiciera el favor de esperar un momento y entró cabreadísimo al hotel, el gerente había desaparecido y sólo estaba la botones, que no sabía cómo salir del atolladero. Vale que nos cobren más por ser extranjeros, que nos chuleen un poquito, pero ya esas alturas estábamos saturados y Jose no permitía más que nos tomaran por tontos.

El tiempo transcurría y estaba claro que el gerente no iba a parecer, así que decidimos irnos y pagarle la diferencia; aunque finalmente el taxista no quiso cobrarnosla y nos dijo que ya se arreglaría él con el gerente del Santorini.

El bus de mexicana KinQualy, ofrece un bien servicio, rápido y cómodo.

El autobús de la compañía mexicana KinQualy, ofrece un bien servicio, rápido y cómodo.

Cuando llegamos a la estación de autobuses ya no llovía tanto, las luces del local estaban apagadas. Con cierto temor comprobamos que a excepción de nosotros no había nadie más en la calle y parecía que aun no habían abierto. Eran casi las cuatro de la mañana y nos preguntábamos que íbamos hacer allí solos hasta que abrieran, en una de las ciudades más peligrosas del mundo…

Descargamos las maletas en el suelo y puse una de mis bolsas en la escalera de la entrada de la estación para resguardarla de la lluvia, mientras organizaba las demás bolsas, al mismo tiempo que miraba algo asustada en todas direcciones.

¡De repente la luz de la estación se encendió! Fue un gran alivio comprobar que estaba dentro el guardia de seguridad con el fusil en la mano, y el dependiente detrás del mostrador de venta de billetes. ¡Qué alivio sentimos y menudo suspiro pegamos los dos!

Entramos con nuestro equipaje, lo facturamos y poco después salimos en el autobús en dirección a Managua con un parada intermedia de aproximadamente veinte minutos en San Salvador.

En la carretera Panamericana, que es de aproximadamente 48 000 km de largo.

En la Carretera Panamericana, que tiene aproximadamente 48.000 km de longitud.

El trayecto de doce horas de autobús no se nos hizo excesivamente pesado, tal vez porque ya íbamos concienciados y ya teníamos a nuestras espaldas muchas horas de bus, además íbamos preparados con las provisiones que compramos en el supermercado de Antigua.

Cuando llegamos a Managua, mi querida amiga nos hizo esperar un poco, ya que pilló un buen atasco, ¡que mal lo pasó la pobre! Una vez todas nuestras cosas guardadas no fuimos a almorzar, aunque era algo tarde y más bien era merienda, pero había hambre….

Nos instalamos de nuevo por una noche en su casa, y lo mejor del día fue la cena que nos preparó Lili, la compañera de piso de Carolina. La tertulia que tuvimos los tres después de cenar fue muy agradable, y a pesar de estar agotados se nos hicieron las tantas.

Señal de trafico de Centroamérica

Señal de trafico de Centroamérica.

A la mañana siguiente desayunamos en pijama y tranquilamente en casa de Carolina, no había prisa, no teníamos que subir a ningún autobús, ni nadie nos tenía que recoger durante la mañana. ¡La mañana era de descanso!

Después de mucho tiempo sin parar, 20 días para ser exacta, y durmiendo más bien poco, teníamos tiempo para descansar, leer el correo, ver un rato la televisión, tumbarse en el sofá, contemplar las nubes…

Mi amiga tenía trabajo aquella mañana y no podía estar con nosotros; más tarde teníamos almuerzo con su familia, aun no los conocíamos en persona y ya iba siendo hora. Unos meses antes, cuando le conté a Carolina nuestros planes de viaje y todo lo que teníamos previsto visitar, ella con esa dulzura que le caracteriza me preguntó: ¿dejareis tiempo para conocer a mi familia?

Después de su pregunta era evidente que nuestro plan de viaje, por decirlo de alguna manera, era intenso. Hasta la fecha habíamos cumplido todos nuestros objetivos viajeros y los siguientes seis días los íbamos a pasar en Nicaragua: una noche en Granada, otra en San Juan del Sur, otras dos en la Isla de Ometepe, otra en Salinas Grandes y una más como dispusiera ella en Managua, después todavía nos quedaban otras cuatro días más en Costa Rica.

Carolina nos recogió para ir a comer a casa de sus padres. Nos esperaba casi toda la familia al completo, y después de saludarnos cada cual se marchó a su trabajo. El almuerzo fue muy agradable; éramos siete personas y había comida como para catorce. Toda su familia fue muy atenta con nosotros, sabían de mi gran amistad de casi diez años con Carolina. Después de almorzar la comida típica nicaragüense que prepararon para la ocasión, nos fuimos al Parque Nacional del Volcán Masaya, pero eso ya te lo cuento en la siguiente entrada…

 

Deseo haberte hecho pasar un rato agradable de lectura y si quieres hacer algún comentario o aportación, es bienvenida.

¡Gracias y felices viajes!

 

NOTAS VIAJERAS

  • En todos los trayectos que hicimos en los autobuses internacionales el aire acondicionado estaba puesto como si lo fuesen a prohibir. La gran mayoría del trayecto tenía puesta una chaqueta del frío que hacia.
  • Hoy que estoy más viajada, hubiese comprobado nada más llegar en la recepción lo pactado, que estaba todo correcto, y por supuesto me lo hubiese tomado con más filosofía.

 

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