Chichicastenango o Santo Tomás Chichicastenango esta a 145 km de Ciudad de Guatemala.
La gran mayoría de la población es indígena, en concreto Quiché, y que también da nombre al departamento donde se encuentra «Chichi», como se le conoce coloquialmente a Chichicastenango.
Como sería de esperar el patrón de Chichicastenango, al que los maxeños (quiché) llaman Max, es Santo Tomás.
Chichicastenango es una bonita ciudad empedrada, de esas que te invitan a quedarte y pasear por sus coloridas calles coloniales.
Se encuentra en la cima de una montaña de abundante arbolado y es un importante centro espiritual para los indígenas, ya que fue donde se encontró el Popol Vuh, el libro sagrado de la civilización Maya.
Aunque para los turistas Chichicastenango es más conocido por su famoso y colorido mercado de los jueves y los domingos.
Un poco de historia
En época precolombina la ciudad de Chichicastenango se llamaba Chaviar, donde vivía el pueblo de los cakchiquel y siendo ya un importante lugar comercial.
El pueblo quiché en su expansión ocupó el departamento, y en principio vivieron en armonía. Hasta que fueron a la guerra y estos últimos expulsaron al pueblo cakchiquel, que se marchó a la ciudad de Ixmché.
Más tarde, tras la conquista española se rebautizó la ciudad de Chaviar como Chugüilia y se le añadió «tenango», un término de origen mexicano que significa «lugar fortificado» debido a que los aztecas mexicanos acompañaron a Pedro de Albarado en sus conquistas.
Encontraron un pueblo muy debilitado por las guerras. La Corona española encargó a los frailes dominicos la evangelización, enseñanza del castellano y organización en parroquias, y una vez logrado que se cobraran impuestos al igual que se hacía en España. Pero eso nunca sucedió, los misioneros dominicos obedecían a sus superiores y a sus propios intereses, y no a la Corona.
Fray Francisco de Ximenez, párroco de Santo Tomás Chichicastenango entre los años 1700 y 1703, encontró en un convento un importante manuscrito quiché que se llamó Popol vuj o Popol Vuh. Se cree que fue escrito por un indígena en el año 1550, donde se narra las historias y leyendas mayas-quiché.
En el año 1765 el rey de España Carlos III crea las leyes borbónicas, en las que pretende recuperar el poder sobre las colonias y tener el control de la recaudación, hasta entonces en manos del clero. Se dividió el territorio en departamentos y distritos, consiguiendo quitar al clero el control absoluto que tenían sobre las colonias.
Poco después de la independencia, en el año 1829, los guatemaltecos conservadores, los dominicos y todo el clero de la iglesia católica fueron expulsados por los criollos liberales tras la guerra civil centroamericana. Poco después toda la región vive momentos de grandes cambios políticos, acompañados de sus conflictos, revueltas y guerras.
No sería hasta el 10 de marzo del 1880 cuando se llega a un acuerdo con Tecpán Guatemala, y los indígenas pueden comprar Santo Tomás Chichicastenango. En 1948 se le otorga a Chichi la categoría de villa, y la pertenecía al departamento de El Chiché.
La visita a Chichicastenango
Fuimos hasta Chichicastenango en un autobús interurbano desde Ciudad de Guatemala, es la forma más fácil y económica. Al poco de llegar nos ofrecieron un lugar donde dejar el equipaje por unos quetzales, nos pareció caro, pero no nos quedó otra. Ya más ligeros nos fuimos a desayunar, aunque más bien fue un almuerzo temprano.
Elegimos ir el jueves porque hay menos turistas, aunque según parece los mejores días para visitar Chichicastenango son las vísperas de mercado, cuando los indígenas descienden de las montañas cercanas para montar sus puestos en la explanada que hay entre la Iglesia de Santo Tomás y la del Calvario.
Una de las peculiaridades de Chichi es que en la escalera de la iglesia de Santo Tomás los quichés hacen sus ofrendas a los santos y a sus dioses, sin distinción.
El motivo de que lo hagan en la escalera no es casual y fácil de imaginar… la Iglesia de Santo Tomás Chichicastenango se edificó en el año 1540 sobre un templo maya; y es por ello que en las escaleras de la iglesia, como si fuera una pirámide maya, los quichés hacen sus ofrendas y queman incienso (copal). En la foto se aprecia el humo del incienso quemándose. Los párrocos respetaron esta tradición, y para no molestar entran a la iglesia por una puerta lateral, no por la principal. También dentro de la iglesia los chamanes hacen sus ofrendas con velas, aguardiente, panochas de pino, pétalos de flores e incienso. Está prohibido hacer fotos dentro de la iglesia.
Algo curioso es también que de cierta manera la alcaldía está duplicada, los lideres quiché resuelven los conflictos vecinales. Más de lo mismo para con lo religioso, donde catorce cofradías son las que organizan las procesiones y fiestas.
Sin duda es el mejor lugar para realizar compras, y a última hora el precio baja bastante, eso sí, hay que estar preparado para el regateo, cosa que a mi se me da fatal porque me agobia. Y estar preparad@ para el acoso de los vendedores callejeros, pero se ve recompensado por la belleza del colorista mercado.
Por mucho que se lea de que son muy pesados e insistentes, no te haces a la idea de cuánto hasta que se vive. Puede llegar a ser insufrible y me quedo corta. Les dices a unos que no, y cuando se van aparecen otros cuatro o cinco o incluso más vendedoras que te van siguiendo allá donde vas, hasta que ven que no les vas a comprar.
Luego vienen otras y te vuelven a seguir insistiendo que les compres, y así sucesivamente.
Entre el séquito de vendedoras que nos seguían a todas partes, y después de decirles que «no gracias» unas doscientas veces o más, vi un tapiz de una señora que me gustó y se lo compré casi sin regatear.
Después de comprar el hermoso tapiz, persecución de otras vendedoras insistiendo para que les compramos sus tapices, fue tan tremendo el agobio que me entraron ganas de vomitar, posiblemente acrecentadas por el cansancio de no haber dormido y la suma de tantos días de viaje.
Al turista extranjero nos tratan como si fuéramos una cartera sin fondo.
Hay que tener mucha, mucha, pero que mucha paciencia, porque al fin y al cabo es la manera en la que estas personas se ganan la vida. Después de dar una vuelta por el mercado, estábamos tan agobiados que no nos quedó otra que entrar a un hotel para tomarnos un café antes de partir hacia Panajachel.
Después de recoger nuestro equipaje de la particular consigna, el almacén de una cooperativa de manzanas, nos dirigimos hasta nuestro siguiente destino en Santa Cruz de la Laguna.
Sin duda Chichicastenango es uno de los lugares a los que volveríamos con los ojos cerrados, eso sí, intentaríamos pasar dos noches: viernes y sábado, y así poder disfrutar del mercado del domingo, de la misa hablada en español y quiché, y de la posterior fiesta del sábado con su verbena a la noche.
Dicen que hay que dejar siempre algo por hacer para volver, quien sabe, con un poco de suerte volveré a pisar sus bonitas calles empedradas y a fotografiar el colorido mercado y sus vendedoras.
Deseo haberte hecho pasar un ratito agradable de lectura y si quieres comentar o hacer alguna aportación, será muy bienvenida.
¡Gracias y felices viajes!
NOTAS VIAJERAS
- La Pagina web oficial (pincha aquí)
- Hotel Santo Tomás: Nos tomamos un café, el local es una maravilla, eso sí, es caro.
- En gran parte de Centroamérica, además de autobús inter-urbano, hay pequeñas furgonetas turísticas privadas, que hay quien llama coloquialmente como el «inter-mortal», ya que son vehículos poco seguros y que sufren demasiados accidentes, suelen ir muy rápidos, demasiado. Nosotros no tuvimos ningún problema, a excepción de la ida a Copán, donde sí lo pasamos algo mal. Solíamos desplazarnos con ellos porque son directos a los lugares turísticos, y aun así, se suele tardar horas en llegar… porque no salen hasta que se llena.
MAPA INTERACTIVO