La idea era irse pronto de Tikal, regresar a primera hora de la mañana a Santa Elena para desde allí tomar un autobús hasta Ciudad de Guatemala, y finalmente otro para llegar a Chichicastenango, lo que nos emplearía todo el día. Pero el primer minibús que salía de Tikal lo hacía a las cinco de la tarde, por lo que tuvimos que permanecer toda la mañana en la zona del Centro de Visitantes, las entradas para el parque ya no nos servían para un tercer día.
Lo que en un principio podría parecer un contratiempo se convirtió en una mañana de relax, que siempre viene bien después de tantos días seguidos de viaje sin parar: nos levantamos sin prisas, desayunamos en el restaurante del hotel y visitamos el Museo Cerámico que contiene, entre otras cosas, piezas halladas en las excavaciones correspondientes a los restos funerarios de la tumba del rey Luna Doble Peine. Aunque pequeño y austero, el museo está medianamente bien conservado, y el precio que se paga por la entrada resulta justo.
Alrededor del Centro de Visitantes comenzó a congregarse un montón de personas, y apareció un grupo de “majorettes” bailando al compás de la típica música de banda musical centroamericana. Resultó ser que aquel era el día del aniversario del parque y se celebraba una especie de fiesta de los empleados.
En una sala semiabierta al aire libre, el director del parque y el representante de los empleados pronunciaron discursos y a continuación, sobre el escenario, la bella «Reina del Parque» impuso corona y banda a la nueva «Reina del Parque», más de un centenar de locales las aclamaron y aplaudieron entusiasmadamente los actos, mientras algunos pocos visitantes contemplábamos las escenas sorprendidos gratamente.
Una vez terminado el acto, visitamos el Museo Lítico, que tiene una serie de estelas esculpidas y fotografías históricas de los templos en diferentes fases de restauración, la entrada es la misma que sirve para visitar el Museo Cerámico, pero este último está peor conservado, muy mal iluminado y realmente tiene poco interés.
En el exterior hay una gran maqueta que reproduce todo el complejo de estructuras del parque arqueológico de Tikal.
Las últimas horas en Tikal fueron para hacer las compras de souvenirs, almorzar en el restaurante del hotel, y descansar un rato en las hamacas que colgaban a la puerta de nuestro bungalow. A las cinco de la tarde partíamos a bordo del minibús.
Ya anocheciendo y de nuevo en Santa Elena, compramos los billetes para el autobús a Ciudad de Guatemala.
Hay cuatro compañías de autobús que hacen el trayecto: “Línea Dorada” en buses de lujo y cómodos a un precio bastante caro; “ADN” también con buses buenos y algo más económico (pero no les quedaban plazas más que en la última fila, y ya habíamos prometido que nunca volveríamos a viajar así…); luego en plan barato estaba “Fuente del Norte” que era con la compañía que vinimos unos días antes y ya conocíamos muy bien sus “cualidades”, además de que hacían paradas intermedias; y finalmente estaba el directo de “Rápidos del Sur” que era como un autobús más o menos cómodo, y les quedaban dos plazas no juntas para las once de la noche: elegimos este.
Después de pasar unas horas en un bar de comida rápida que había enfrente de la estación de autobuses, salimos por fin hacia Guatemala.
La idea era intercambiar nuestros asientos con otros pasajeros que viajasen solos para poder ir nosotros juntos, pero no lo pudimos hacer porqué ninguno de nuestros respectivos vecinos de asiento quisieron cambiar de asiento, uno porque quería “ver” por la ventanilla (era de noche), y el otro también se negó incluso pidiéndoselo el mismísimo ayudante del conductor. Así que pasamos separados las nueve horas de viaje nocturno; la amabilidad brilló por su ausencia, más de lo mismo ya lo habíamos podido comprobar en el trayecto de ida a Flores. Jose tuvo a su vecino durmiendo en su hombro la mayor parte del tiempo, y yo a una mujer en el asiento de atrás que me estiraba del pelo cada vez que se apoyaba en mi asiento, impidiéndome que pudiera dormir.
No tuvimos mucha suerte con los compañeros de viaje en Guatemala, todo lo contrario que nos ocurrió a nuestra llegada, cuando una señora muy amable se ofreció a llevarnos al hotel por nada.
Finalmente llegamos a Ciudad de Guatemala prácticamente sin dormir y cogimos un taxi que nos dejó en la estación de autobuses hacia nuestro nuevo destino, Chichicastenango, para comenzar la nueva etapa de nuestro viaje, la Guatemala indígena.
¡De nuevo la aventura de ir abordo de un chicken bus!
Antes de poner los dos pies en el suelo, nuestro equipaje iba por los aires hasta terminar en la baca del chicken bus. Esta vez tranquilos porque sabíamos que nuestro equipaje estaba en buenas manos, y como ya experimentados nos sentamos al final del autobús, dejando los primeros asientos a las personas que bajaban antes, para no obstaculizar el tránsito. Nos dispusimos a disfrutar, no sabíamos si este sería el último o el penúltimo trayecto en el inigualable, magnifico y único servicio de autobús interurbano, los chicken bus. Aunque no lo parezca son mucho más cómodos que las furgonetas turísticas, los inter-mortales, y por supuesto mejor decorados.
¡Dios como corría! ¡Al salir de Guatemala tuve que cerrar la ventana por miedo a quedarme calva!
Jose disfrutó viendo como adelantábamos a todo cristo. ¡Fue tremendo, corría como alma que persigue el diablo! Y a esto hay que añadir la gran cantidad de vendedores ambulantes que subieron, junto a la particular forma de recoger viajeros y subirlos al autobús, mientras se oía como el otro revisor caminaba por el techo atando el equipaje en la baca, y otros viajeros que bajaban donde les daba la gana.
Aproximadamente dos horas y media después llegamos a Chichi, eso sí, un poco más y nos quedamos sin el equipaje pues nada más bajar siguió su camino. Al oírnos gritar y hacer aspavientos a nosotros y otra pareja de estadounidenses que habíamos bajado del mismo autobús, otras personas que estaban más adelante en la calle pudieron llamar la atención del conductor, que finalmente paró. Nos pidieron disculpas y nos bajaron rápidamente el equipaje antes de continuar su camino.
¡Por poco nos quedamos con lo puesto! ¡Qué susto! Finalmente quedó todo como una anécdota más de este nuestro gran viaje. El día empezaba con fuertes emociones y aun quedaban un montón de horas por vivir….
Deseo haberte hecho pasar un ratito agradable de lectura y que me acompañes en es siguiente articulo, al mercado de Chichicastenango.
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¡Gracias y felices viajes!
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