En nuestra última noche en Nápoles, Jose quería ir a cenar a la pizza en Trianon, una de las pizzerías más famosas de Nápoles y una de las más premiada.
En Nápoles se nos terminó el efectivo y tuvimos que pasar por el cajero automático. Ya llevábamos dos noches, el tiempo suficiente para poner algo en duda las buenas intenciones de amigos y conocidos que nos advirtieron con tanta insistencia de la peligrosidad de la ciudad de Nápoles ¡Consiguieron ponernos el miedo en el cuerpo!
Y con ese montón de advertencias que llevábamos de casa, nos fuimos a sacar dinero. Jose tenía su espalda completamente pegada a la mía con mirada de matón o guardia personal. Ahora me da risa por el ridículo tan espantoso que posiblemente hicimos cuando sacamos dinero de un cajero automático en Nápoles.
¡Cada vez que me acuerdo de todas las advertencias me entra la risa! Como decía un buen amigo mio: ¡La ignorancia es muy atrevida!
Contra todo lo que nos habían pronosticado…. prácticamente todos los napolitanos con que nos cruzamos nos trataron muy bien, y en ningún momento pasé miedo, exceptuando en el cajero, por las insistentes advertencias que llevábamos desde casa.
La película «Bienvenidos al Sur» habla de estos perjuicios en clave de humor. Es una adaptación de la francesa «Bienvenidos al Norte» e igual de buena o más que la francesa, sobre los prejuicios absurdos de los italianos del norte tienen sobre el sur de Italia. Paradójicamente donde me timaron fue en el norte, en Milán donde nos engañaron, en la estación de tren en vez de la cena me pusieron bolas de papel de servilleta.
Lo que más me impactó de los napolitanos es lo serviciales que son, y que suelen mirar a los ojos sin reservas, a veces de manera muy descarada o curiosa, pero nunca me sentí ofendida o intimidada. Para muestra un botón:
En el autobús de regreso al hotel nos encontramos con un grupo de bilbaínos (españoles), con los cuales estuvimos conversando. Uno de los pasajeros napolitanos nos miraba fijamente como queriendo descifrar qué decíamos, hasta que se metió en la conversación y nos dijo que la siguiente parada era de la que estábamos hablando. Sorprendidos gratamente todos le dimos las gracias.
Junto a la entrada de la pizza en Trianon, había una escalera muy empinada y un horno a la izquierda, y a la derecha un comedor muy pequeño. El camarero nos indicó que subiéramos. Arriba había un local con largas mesas comunitarias, nada de mesitas.¡Allí todos juntitos!
El camarero parecía que dirigía el tráfico indicando el sitio en el que te había tocado sentarte. Nos sentamos al lado de una pareja joven. Con expectación le obedecimos y nos sentamos frente a frente.
Cinco minutos después se presentó un camarero con la carta al que le pedimos un par de pizzas. La pareja joven fue muy amable, al comentarle que en hora y media salía nuestro tren se lo dijeron al camarero, y en un cuarto de hora teníamos las pizzas en la mesa, antes que ellos. Otra muestra de la amabilidad de los napolitanos.
¡Era alucinante ver como los napolitanos se comían la pizza en un periquete con cubiertos! La cortaban en pedazos grandes y la iban doblando con la ayuda del cubierto, hasta reducirla a un pedacito muy pequeño ¡Lo intenté, una y otra vez, pero no lo conseguí!
Yo no tuve tanto éxito, en ningún momento logré plegarla, ni tan siquiera un poquito ¡La mitad de las aceitunas salieron volando… Jose pasó una vergüenza tremenda por mi culpa. La pareja que estaba a nuestro lado se moría de risa.
Después de la sabrosas pizzas, pasamos por el Hotel Ideal, recogimos el equipaje y nos fuimos a la Estación Napoli Centrale. El Espresso Gattopardo de 22:16 a 08:10 (10 h.) en dirección a Palermo. Llegó, por supuesto, con un retardo de más de una hora; poco después nos acomodamos y al poco nos dormimos.
Finalmente de la ciudad de Nápoles no vistamos casi nada ¡Nos faltaron por lo menos dos días! Nos fuimos con un grato recuerdo y con el firme propósito de volver a esta ciudad caótica, bulliciosa y amable ¡Y volvimos! La visitamos de nuevo Nápoles y un poco de la costa Malfitana, pero eso es una historia de otro viaje…
Deseo haberte hecho pasar un rato agradable de lectura y si quieres hacer algún comentario o aportación, es bienvenido.
¡Gracias y felices viajes!
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NOTAS VIAJERAS
Cenar o comer una pizza en Trianon, una de las pizzerías más famosas de Nápoles fue un acierto. ¡Id con tiempo porque suele haber mucha cola a la hora punta!
El Hotel Ideal: Está muy cerca de la Estación Central. Nos gustó el hotel, estaba muy bien comunicado y bien insonorizado. Nuestra habitación estaba bien, y el desayuno correcto. La atención fue muy buena. No tiene ascensor y la escalera es estrecha y empinada.
Años más tarde volvimos a esta hermosa región y nos volvimos a sentir muy mimados por los napolitanos, sospecho que pronto habrá una tercera vez.
2 comentarios
Leer el relato de tu viaje y ver las imágenes de esta sabrosa pizza a estas horas de la tarde, me ha hecho entrar unas ganas locas de adjudicarme una así de sabrosa. ¡Tendré que viajar a Nápoli!
Esos prejuicios que hay sobre algunos lugares no son adecuados, hay que comprobar las cosas por ti misma.Un abrazo, mochilera.
Autor
¡Gracias por tu comentario!
Me alegra que te gustara mi relato
Un fuerte brazo Jubileta inqueta