En la primera bocanada de aire que respiré al llegar a Génova supe que me iba a entusiasmar, como así fue antes de haber visto nada. Tengo entendido que esto les pasa a muchas personas.
La guía que me prestó una compañera de trabajo decía de Génova aparentemente parecía una ciudad sucia y algo deprimente, con una carretera aérea muy antiestética, La Sopraelevata, que le restaba la belleza a esta ciudad, pero que si se le daba un poco de tiempo te empezaba a enamorar, y así fue. ¡Me enamoré de Génova!
Génova tiene el centro histórico más grande de Europa, con sus famosos caruggi, y dos de sus calles son Patrimonio de la Humanidad: la Vía Garivaldi y la Vía Balvi. Están llenas de palacios que muestran el esplendor que un día tuvo Génova. Desde un primer momento deseaba visitar Génova, Jose no estaba muy de acuerdo y me decía que nadie va a Génova, que todos pasan de largo, ni tan siquiera los circuitos organizados más largos. Y al final resultó que nos encantó a los dos.
Si no conoces Génova te recomiendo que hagas una visita guiada, puedes reservarla a través del siguiente enlace contribuyendo además al mantenimiento de mi blog sin ningún coste adicional para ti:
De hecho, Génova es una de las ciudades que más me ha gustado en este viaje a Italia. A la mañana siguiente de haber llegado a la ciudad, nos dimos una gran paseo. Empezando por la espectacular Estación Piazza Principe.
Una de las cosas que más me llamó la atención es la cantidad de vespas que habían, miles de ellas en los aparcamientos y explanadas municipales.

A la izquierda La porta Soprana y a la derecha la casa de Cristóbal Colon. Hay miles de vespas en los aparcamientos, explanadas municipales.
Cuando lees que el centro histórico es el más grande de Europa, te parece un poco exagerado, pero cuando se explora realmente te parece enorme. Muchas de las callejas son alegres y bulliciosas con la ropa tendida al sol y otras algo sucias y deprimentes…
Me encantó pasear sin rumbo por las callejuelas y sus pequeños comercios de todo tipo, con la expectación saber a dónde me llevaría cada una… ¿a un colorido mercado? ¿a un palacio? ¿a una bonita fuente? o ¿a una de las bonitas puertas de la muralla de la ciudad?
Casi sin darnos cuenta llegamos hasta el Porto Antico, el puerto antiguo es un núcleo cultural y de la vida social. Hay un centro comercial, restaurantes y cafeterías.
Se puede coger un barco turístico y dar una pequeña vuelta por el puerto o ver el Acuario y sus diferentes tanques con una gran diversidad de ecosistemas. Se anuncian como el mayor acuario de Italia y el segundo de Europa. Puedes reservar estas actividades en los siguientes enlaces, contribuyendo al mantenimiento de mi blog y sin ningún coste adicional por tu parte:
Recorriendo su paseo marítimo se llega a Il Bigo, un ascensor panorámico en medio del puerto con unas vistas impresionantes de la ciudad.

Vista de Génova desde el ascensor panorámico, desde arriba parece menos antiestética carretera aérea, La Sopraelevata.
El ascenso es suave al mismo tiempo que gira la plataforma, pero sin sensación de mareo o vértigo, y lo bueno es que se disfruta cómodamente sentada y sin cabecitas que tapen la vista.
De allí nos fuimos a ver La Porta Siberia y después al Magazzini del Cotone hoy convertido en centro comercial.
Continuando la caminata por el puerto se llega al Neptuno, una réplica de un antiguo galeón español. Se puede visitar.
Cuando se hizo la hora de comer, volvimos al centro y observamos que la gente compraba bocadillos con refrescos y se los comía en la calle, se sentaban en la escalera de la Piazza Caricamento situada frente al Palazzo San Giorgio. Resultó que en una calle paralela al palacio estaba lleno de pequeños locales con mostradores donde se veían las piezas de fiambres, carnes, salsas, hortalizas, verduras…. En un cartel estaban los nombres de los bocadillos, lo que llevaban y el precio en mesa o para llevar. Hicimos lo mismo que vimos, decidimos parar para almorzar.
¡No hay cosa que me guste más que el sabor del fiambre recién cortado! Los dependientes hacían los bocadillos en el acto, cuando te tocaba el turno. Compramos unos bocadillos y bebidas y como dos italianos más nos comimos el bocadillo en la plaza.
Ya con la tripita llena nos fuimos a ver la preciosa Catedral de San Lorenzo. Llama la atención la combinación de mármoles blancos y negros. Por dentro también es espectacular.
La iglesia es mayoritariamente de estilo románico. Sólo en la puerta de la entrada principal se puede estar más de cinco minutos mirando los relieves y figuras.
Gracias a las excavaciones se sabe que debajo de la catedral hay un cementerio e iglesia paleocristiana. Se cree que se construyó sobre una antigua iglesia de siglo V o VI.
El aspecto actual es del siglo XII, aunque terminada en el siglo XVII en la que trabajaron arquitectos y los artesanos de media Europa, en parte gracias al dinero que aportaron los genoveses de Las Cruzadas.
Su bonito interior tiene tres naves y me recordaba a la Mezquita de Córdoba, con sus mármoles negros y blancos, y frescos en su interior. Como nota anecdótica, se expone un obús que cayó sobre la iglesia durante la Segunda Guerra Mundial y no explotó.
Nos dirigimos a la Piazza Matteotti donde se encuentra el Palazzo Ducale, un antiguo palacio en el que hoy sus salas se utilizan como museo y salas de exposiciones.
Cerca de allí está la bonita Piazza Ferrari, y de allí nos fuimos en busca de un ascensor para ir a una de las partes altas de Génova.
De camino pasamos por una pequeña pastelería donde había mucha gente comprando, así que entramos y compramos dos trozos de pizza recién hecha y además barata, que estaba buenísima.
En nuestros viajes solemos comprar el almuerzo y la merienda en pastelerías que nos encontramos de camino y más cuando vemos que la pastelería está concurrida por personas que viven en el lugar
En Génova es todo una sucesión de escalinatas y cuestas peatonales (las creuze), que con sus amplios escalones de piedra suben desde el valle hacia las cimas de las mil pequeñas colinas de esta ciudad oblicua.
Una hora antes del atardecer nos fuimos a buscar la Piazza del Portello para subir al Ascensore Castelletto Levante.
Baja en el patio se compra el ticket, entramos por un corredor hasta llegar al ascensor.
En pocos segundos subimos hasta Belvedere Luigi Montaldo, donde la panorámica es espectacular.
Allí vimos un precioso atardecer de otoño rojizo y violeta.
Luego bajamos para ir hasta la Calle Balvi, una recta de 250 metros flanqueada por una docena de palacios. También los hay en las calles Vía Garibaldi.
Estuvimos callejeando y fuimos a parar de nuevo al puerto, el ambiente era muy apacible. Pero sobre las ocho ya de noche, de pronto todo cambió, empezaron a cerrar los comercios y surgieron de la nada grupos de mujeres, la mayoría negras, demasiado ligeras de ropa para la temperatura que hacía, acompañadas de otras gentes de dudosa ocupación, el ambiente se enrareció…
Con el susto en el cuerpo aligeramos el paso, pero sin correr, de regreso hacia alguna calle más céntrica. Cuando pasábamos por el lado de uno de estos grupos, escuchamos una discusión ¡y de repente cayó una maceta del cielo que rozó a Jose! El susto fue monumental, era evidente que alguna vecina descontenta había arrojado la maceta coincidiendo con nuestro paso.
Cuando salimos del puerto respiramos más tranquilos.
Ya faltaban pocas horas para la salida del expreso, nos fuimos a cenar en la Trattoria Pino`s que tenía menú turístico.
El primer problema fue la comunicación, mi diccionario no incluía nada de lo que ponía en el menú, con expectación entramos a la trattoria.
El local tenía forma de bombilla y nos dirigimos hacia el interior cuando nos preguntó el cocinero si deseábamos la carta o el menú turístico, al decirle el turístico, nos hizo retroceder hasta casi la entrada donde había dos pequeñas mesas y la silla cabía justa. Sus formas fueron tan bruscas que nos plantearnos irnos de allí, finalmente decidimos quedarnos y nos sentamos en la mesita turística, que medía justo la mitad que las mesas del salón del fondo con la sensación de estar sentados en una mesa escolar.
Después vino el cocinero con peores formas y nos preguntó qué queríamos ¡No entendíamos nada del menú! Al preguntar sobre lo que era tal o cual cosa, exclamaba agitando los brazos: ¡¡Señora …, lo que hubiese preguntado!!, con los ojos llenos de incredulidad, pedimos a voleo, sin saber qué nos iban a servir. ¡Toda una aventura!
Nuestro enfado era evidente por semejante trato, y la que suponíamos eran la mujer y su hija, le regañaron por sus formas. Nos dio la sensación que su familia lo estaba pasando mal con toda la escena: el cocinero protestaba con aspavientos de brazos, gestos y movimientos de cabeza en la cocina, y nosotros sentados en el pasillo turístico con dos niñitos enfados.
Después de conversar entre nosotros, decidimos que no íbamos a permitir que nos amargara nada y disfrutar de la mini-ración turística que nos preparó el cocinero gruñón, que resultó de chuparse los dedos.
Cuando estábamos terminando el cocinero se sentó a nuestro lado, y creo que se disculpó, tal vez por la insistencia de su familia. No sé, pero a mí me valió, lo consideré un mal entendido. Lamentablemente la Trattoria Pino`s cerró su puertas al público.
Después de la agitada cena nos marchamos al Hotel Europa donde recogimos nuestro equipaje para ir a la estación. Nuestro tren nocturno salía de la Estación de Piazza Principe, el Espresso 809, de 00:01 a 09:11 (9 h.) dirección a Nápoles, y que llegó a las 10.30… Nuestro compartimento de una litera era cómodo; creo que me dormí al poco de acostarme, y no me desperté hasta que llamó el revisor con el desayuno una hora antes de bajar en Nápoles.
Encuentra tu alojamiento en el centro de Génova:
Booking.com
Deseo haberte hecho pasar un rato agradable de lectura y si quieres hacer algún comentario o aportación, es bienvenido.
¡Gracias y felices viajes!
NOTAS VIAJERAS
Una trattoria, sería lo que aquí llamaríamos una tasca o un bar, donde se sirve comida tradicional casera. Suelen ser más baratas que los restaurantes.
La zona del puerto por el día está llena de vida y da gusto pasear por el centro comercial, acuario, etc. y en el paseo marítimo unas bonitas carabelas.
4 comentarios
Saltar al formulario de comentarios
Viajaré algún día a Génova y dejaré que me enamore como lo hizo con vosotros.
Autor
¡Seguro que sí!
Un abrazo
Pues mira, a mí me ha encantado. Me gustan muchísimo las ciudades con aire decadente, seguro que la tendré en cuenta para futuros viajes.
Autor
Te la recomiendo junto con los pueblitos de alrededor y «Cinque Terre» ¡Seguro que te enamoras también de Génova!
Nosotros tenemos pendiente su visita, en una próxima escapada a Génova.